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Teófilo Stevenson: El ocaso de un gigante

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Mensaje por ChicagoWhiteSox Mar 07 Feb 2012, 9:22 am

Considerado como el mejor boxeador del mundo que nunca pisó un ring profesional, Teófilo Stevenson vivía en el suave anonimato que le permite la vicepresidencia de la Federación Cubana de Boxeo, hasta que rumores sobre su salud le llenaron la sala de su casa de periodistas.

Aunque reportes iniciales hablaron de serios problemas en el hígado, el mismo Stevenson reveló que se trataba de problemas cardíacos -un coágulo descubierto muy cerca del corazón- que le tuvieron en cuidados intensivos por más de dos semanas en un hospital de la capital cubana.

Sin duda, Stevenson, de 50 años de edad, sigue siendo uno de los deportistas más apreciados en la isla y uno de los que mejor -junto al bicampeón olímpico de Montreal 1976, Alberto Juantorena- ha sabido recoger los frutos de representar al régimen cubano al más alto nivel en eventos internacionales.

“Francamente, es una figura decorativa, sin poder alguno para tomar decisiones y las autoridades lo usan, porque saben de su todavía gran arrastre en la población”, explica Damián D’Averhoff, quien fuera periodista deportivo de la revista Bohemia y que abandonara una delegación a los Juegos Panamericanos de Guadalajara en octubre pasado para establecerse en Miami. “Aparece de cuando en cuando en actos oficiales y nada más”.

Pero junto a la innegable leyenda deportiva del triple campeón olímpico se ha tejido otra de manera soterrada que habla de múltiples problemas de violencia y alcoholismo, que han sido ocultados con un secretismo extremo por el gobierno cubano para preservar al símbolo del “deporte revolucionario”.

“Todo el mundo lo sabe’’, agrega D’Averhoff. “Teófilo es un alcohólico”.

Recientemente, un periodista estadounidense especializado en boxeo le comentó al historiador y periodista Enrique Encinosa que había viajado a La Habana con el objetivo de entrevistar a Stevenson y que le confesó que una botella de ron era la llave para conversar con el hombre que, según la revista Sports Illustrated, en una edición de 1974, “prefería ser rojo a ser rico”.

“Se trata de un periodista muy conocedor del pugilismo antillano que confirmó lo que muchos saben desde hace tiempo: la bebida domina al que muy pocos podían dominar con los guantes puestos”, apunta Encinosa. “Se habla de otras cosas, de su carácter violento, que golpeó a un amante de una ex esposa, que las autoridades le han sacado de varios problemas públicos y privados”.

En entrevista exclusiva para El Nuevo Herald publicada en enero del 2006, la periodista Lisette Bustamente, muy conocida en la isla en la década de los 80 y que desertara en España en 1992, reveló cómo había sido violada por Stevenson en una habitación del Hotel Tritón tras ganar el Torneo de la Amistad de 1984 -una suerte de premio de consolación de los países socialistas por la ausencia en los Juegos Olímpicos de ese año en Los Angeles- y la posterior visita de agentes de la Seguridad de Estado pidiéndole discreción total para no dañar la imagen de la revolución.

“Y quién no recuerda el incidente del aeropuerto”, comenta Encinosa.

El incidente del aeropuerto ocurrió el 23 de octubre de 1999, a las 8:00 de la mañana en Miami, cuando -en aparente estado de embriaguez- Stevenson le propinó un cabezazo a un empleado de la aerolínea United Airlines, que le partió un diente y obligó a la intervención de las autoridades.

La policía del condado relató que Stevenson “olía tremendamente a alcohol”. Sobre el mediodía, el ex campeón fue liberado bajo fianza de $12,500 y emprendió vuelo a la Habana, vía México, pero al no presentarse posteriormente en corte fue catalogado como prófugo de la justicia. Una vez en la isla, la prensa resaltó la figura de su ídolo por haber respondido valientemente a una “provocación de la mafia de Miami”.

“Que queda al final de todo esto: el no puede entrar en los Estados Unidos por ese caso pendiente, y si lo hace, va directo a prisión”, agregó Encinosa. “A veces no es fácil lidiar con el hecho de que los reflectores no te siguen todo el tiempo encima del cuadrilátero. El supuesto héroe pasa a una dimensión distinta”.

Los reflectores, sin duda, le siguieron en las dos visitas que realizara a Cuba el legendario Muhammad Ali en 1996 y 1998, cuando Stevenson sirvió de anfitrión al que pudo haber sido su mayor rival en una pelea que el mundo entero deseaba ver, pero que nunca se pudo concretar.

Poco después de su primer éxito olímpico en Munich 1972 al derrotar al estadounidense Duanne Bobick, Stevenson recibió ofertas -primero de $1 millón y más tarde de $5 millones- para enfrentar a Alí en una operación que estaría dirigida por el controversial promotor Don King. En 1977 otro empresario, el actual presidente de Top Rank, Bob Arum, afirmó que estaba listo para depositar una cifra superior para que el cubano se midiera con Leon Spinks en el estadio nacional de Kingston, en Jamaica.

En su ilusión, Arum tenía previsto cursar invitaciones al presidente Jimmy Carter y a Fidel Castro.

Stevenson, por su parte, nunca aceptó las ofertas para intentar el sueño profesional y Fidel Castro lo alabó públicamente por resistir las tentaciones de “los traficantes de cuerpos y almas”, mientras le levantaba el brazo, como si fuera un árbitro, en señal de triunfo y con una sonrisa casi infantil.

En otra ocasión, tras rechazar una oferta millonaria para cruzar golpes contra Joe Frazier, Stevenson declaró que “prefiero el cariño de ocho millones de cubanos. Y no cambiaría mi pedazo de Cuba ni por todo el dinero que me puedan ofrecer”. La propaganda oficial dejaba entrever que cada golpe del campeón, era un un golpe del comandante.

Sin embargo, en un raro gesto de contradicción con la política oficial, Stevenson se opuso fervientemente a que se condenara al olvido al doble campeón olímpico Guillermo Rigondeaux, luego de su fallido intento de fuga en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro en el 2009 y pidió públicamente que se le diera la oportunidad de continuar su carrera.

“En el plano deportivo, lo de Stevenson es enorme, innegable y pasará a la historia como un grande”, reconoce el conocido entrenador Robero Quesada, quien trabajó durante años en el sistema deportivo de la isla. “Toma en cuenta que sólo en los topes bilaterales contra Estados Unidos derrotó a siete boxeadores que luego fueron campeones mundiales profesionales o lucharon por un título mundial. Emmanuel [Steward, otro gran técnico] dijo que era el púgil mejor balanceado que había visto. Su record de 301 victorias y 20 derrotas habla por él. Pero no cabe duda que ha sido aprovechado o se ha dejado aprovechar por la maquinaria propagandística del régimen”.

Todo eso fue recompensado con un estatus que hoy envidiarían algunos de sus compañeros de equipo y hasta ex campeones olímpicos que viven o vivieron en situaciones de desamparo y no gozan de las condiciones de privilegio del vicepresidente de la Federación Cubana de Boxeo.

Link: http://www.elnuevoherald.com/2012/02/07/v-fullstory/1121778/el-ocaso-de-un-gigante.html
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