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Mensaje por Castillo Mar 15 Nov 2011, 4:36 pm

Hace trece años Nicaragua se paralizó para ver la revancha entre Rosendo Alvarez y Ricardo "Finito" López. Un año antes habían empatado en México con Rosendo volteando al finito frente a 50,000 personas en la Plaza de Toros. Revisando algunos artículos de muchos que se escribieron de esa pelea traigo uno que relata mas o menos lo que ocurrió horas antes de esa famosa pelea que ganó con justicia Ricardo López.
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Como sufrió Rosendo hace 10 años
Agallas y fiereza
Frente al “Finito” en Las Vegas

Edgard Tijerino

El 13 de noviembre de 1998, Ricardo López y Rosendo Álvarez protagonizaron un sangriento combate en Las Vegas, que fue el mejor del año.

La revancha Rosendo-Finito ocurrió hace 10 años, pero la angustia sigue latiendo. Esto fue lo que escribí en aquel momento, analizando los por qué de la derrota del nica en una pelea competitiva, catalogada como la mejor del año, según el criterio de muchos expertos norteamericanos.

“Nunca trates de escalar una montaña que se inclina hacia ti, como si viniera encima, con posibilidad de aplastarte”. El Dr. Mandino no tuvo tiempo de advertirle eso a Rosendo Álvarez, pero de igual manera, el púgil nica, a quien le atraen los riesgos, no le hubiera hecho caso, aún sabiendo que esa montaña de problemas era inmensa.

En el aeropuerto de Las Vegas, después de la batalla sin cuartel, revisaba las imágenes de lo acontecido. ¡Qué grande vi a Rosendo ofreciendo ese derroche de agallas para proporcionarnos una gran pelea, retando todos los factores adversos imaginables!

A distancia, como estuvieron todos ustedes, es difícil tener una idea clara de las múltiples dificultades que acorralaron a este formidable peleador pinolero, en tanto el Finito, instalado en palco, disfrutaba del inesperado handicap favorable, sabiendo que sería decisivo.

Cuando terminó la pelea, una especie de fascinación dominó a los asistentes. Incluso, Don King, tan acostumbrado a ser testigo de la grandeza en el boxeo, y un hombre difícilmente emocionable por la dureza de sus antecedentes, se levantó varias veces de su butaca agitando los puños y gritando.

Por 12 asaltos, la mayoría –equivocadamente- creyó estar viendo lo mejor de Rosendo. Eso nunca ocurrió. Sin embargo, King y Sulaimán coincidieron al proponer el combate, como “el mejor del año”... ¿Se les ocurre otro?, preguntó el Presidente del CMB.

Ese tipo de reconocimiento dimensiona más a Rosendo... Durante dos días que parecieron más prolongados que la eternidad, el nica estuvo sometido a la cámara de torturas de diferentes maneras.

1) Su silenciosa batalla por hacer el peso. Claro que Espada y Garibaldi estaban plenamente conscientes. Por eso no permitieron que el colega Yáder Valle permaneciera en la habitación durante la mañana del jueves 12, cuando Rosendo iba a someterse a un supuesto chequeo de rutina. Ellos estuvieron manejando que el excedente era de sólo libra y media a 36 horas del pesaje, mostrando una tranquilidad tan artificial como el impresionante lago construido frente a la entrada del súper-moderno hotel Bellagio, para desorientarnos, o por menos, para mantener al grupo de cuatro periodistas nicas, en la zona de faul...Y ciertamente, lo lograron... Fácil resulta imaginar lo que debe haber sufrido Rosendo en su inútil lucha contra el reloj. Desgaste físico más desgaste mental, equivale a una terrible desventaja en condiciones.

2) El impacto de la pérdida del título en la báscula. ¿Cómo queda el factor de motivación cuando todo el esfuerzo realizado ha sido inútil? Rosendo rechazó la posibilidad de intentar quitarse de encima más de tres libras en dos horas, porque sencillamente hubiera quedado destruido a 24 horas de subir al ring... Lo que él necesitaba urgentemente era hidratarse y comer. Su estómago rugía y su aliento flaqueaba... ¿Cómo diablos aceptar terminarse de exprimir? Spada y Garibaldi coincidieron en que era preferible “entregar el botín” y pelear con opción a vencer.

3) El factor económico. “Si no hay pelea, no hay plata”, dijeron en la oficina de Don King mientras se ponía en duda la presencia de Christy Martin en el cartel... “Si no hay pelea, Rosendo tendrá que indemnizarnos, y si hay pelea, tendrá que pagarnos una multa”, informaron desde el campamento del Finito. En ese momento, Rosendo estaba por explotar, pero lo ocultaba bien. Comprobamos que todavía no salía humo de sus orejas, aunque sus dientes estaban rechinando.

4) El nuevo pesaje a pocas horas del combate. Cuando Rosendo fue a comer como un desesperado después de perder el cetro, surgió otra complicación: sería necesario un nuevo pesaje a eso de la una de la tarde del viernes. ¿Por qué? Sencillamente porque la gente del Finito necesitaba comprobar que la diferencia de peso no sería altamente peligrosa para el mejicano. Dijo Sulaimán que la Comisión de Boxeo de Nevada acostumbraba a utilizar esa regla no escrita en ninguno de los organismos... Se habló de un máximo de 115 libras para Rosendo en el nuevo pesaje, y eso lo obligó a cancelar el desayuno y el almuerzo que lo terminarían de revitalizar, para sostener otra dieta odiosa y altera nervios. A base de Pedialite y Gatorate, y moviéndose, Rosendo comenzó a batallar nuevamente contra reloj. En el comedor del Hilton, Beristáin me aseguró que si Rosendo se pasaba de 114 libras, el Finito no pelearía. Los periodistas mejicanos recién llegados, la gente de Univisión, de TV Azteca y de Showtime, estaban desconcertados. ¿Qué es lo que está pasando?, era la pregunta de moda sin respuesta precisa... Y faltaba más. El pesaje se desplazó hasta las 2 de la tarde mientras Beristáin buscaba modificar el límite a 113 libras. Finalmente, Rosendo, ahora sí echando humo, pesó 114.

5) Más presión. Cuando por fin, todo parecía resuelto, y con Rosendo corriendo hacia el comedor, nos encontramos con otro obstáculo: el Finito, que ya había comido, debería de pesarse, y sólo que la diferencia no superara las 4 libras, se garantizaba el combate... En ese momento, los de Showtime estaban por quebrar sus cámaras, empacar y marcharse, y Don King se había tragado el puro. Finito marcó 112 libras y Sulaimán otorgó su “bendición” asegurando que sin comer, Finito hubiera pesado 110, y cuatro libras de desnivel eran permisibles.

6) El factor papá temeroso. Cada padre se preocupa por su hijo, es natural, y el papá del Finito apareció en escena oponiéndose al combate por el riesgo que significaba para su muchacho. Era otra gota de presión sobre un vaso que tenía rato de estar derramándose. Hombre de boxeo, el papá del Campeón CMB estaba contribuyendo, a sabiendas que la diferencia de peso era tolerable, y consciente de que el hombre más afectado era Rosendo, con todo lo que había atravesado.

Fue un gran combate porque el corazón del nica es tan grande como el Hilton, y porque sus agallas fueron sacadas de la mitología. Quizás Aquiles o Héctor, las tenían parecidas, diría Homero.

¿Por qué nunca pudiste sostenerlo contra las sogas?, le pregunté tontamente al terminar la pelea. “Mis piernas no respondieron cuando se exigía una rápida persecución, y mis reflejos necesitaban más prontitud”. ¿Esta vez tu mano derecha no funcionó con el poder y la precisión requerida? “Me hizo falta vitalidad hermano. Yo sabía que no podía sacar las manos con la velocidad de siempre y traté de ajustar un poco más la puntería aunque telegrafiara golpes”.

Rosendo siempre ha dicho: “Me gusta pelear con los factores adversos. Eso pone a prueba mi capacidad y mi carácter”, pero por favor, no tantos.

Independientemente de la falla del control de peso, y de comprobar que ni cortándose una pierna regresará a las 105 libras, ¿Cómo no voy a admirar a éste pequeño guerrero que intentó forzar un milagro y casi lo consigue?... Ese cierre de ribetes espectaculares, y el rostro del Finito, bañado en sangre y lleno de heridas, constituyen un testimonio de que, más allá de la pérdida de vigor, la fiereza y ambición de ganar del nica, permanecieron intactas.

Pero no bastaron, porque Finito, también es lo suficientemente grande. Así de sencillo.
Castillo
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