Trampa mortal el peso pactado

Por Bernardo Pilatti
ESPNDeportes.com

La administración del boxeo profesional enfrenta, por estos días, a un enemigo al cual no se le otorga la importancia que merece y que cada día aumenta su protagonismo negativo: la influencia de la balanza y las diferencias de peso entre los rivales.

El "catch weigh" o peso pactado, es la última herramienta de quienes aprovechan su posición dominante en la organización de un gran evento, para obligar a su rivales a someterse a sus exigencias de contrato, donde se establecen límites de peso que a veces, ni siquiera respetan los límites de la categoría en la cual se enfrentan.

El ejemplo más cercano, es el de Miguel Angel Cotto, cuando defendió su cinturón mediano del CMB contra el australiano Daniel Geale, que debió marcar 157 libras el día del pesaje oficial, tres libras menos de las que establecen el límite de los medianos (160). Al día siguiente, Geale subió a pelear promediando las 180 libras.

En marzo pasado, Abner Mares enfrento a Arturo Santos en una batalla pactada en 126 libras. Otra vez la figura dominante del show, marcó reglas desde el momento que elige a un rival habituado a pelear en los gallos y al cual enfrentó con una diferencia a su favor de casi dieciocho libras. El propio Santos lamentó esa diferencia, pese a que aún así le complicó la batalla a Mares.

Las diferencias en los pesos siempre han sido un factor de ventajas al que muchos han recurrido como en el caso de Cotto o se han aprovechado, como en el caso de Floyd Mayweather cuando enfrentó a Juan Manuel Márquez en el 2009. Esa pelea había sido pactada en 144, pero Floyd marco 146 en la báscula y Marquez 142. Floyd impuso luego la alteración del pacto, para evitar un problema con la Comisión Atlética de Nevada y llego ese límite a las 147 libras. Al momento, Marquez no había peleado más allá de las 135 libras y el resultado de la batalla, fue el esperado con tanta diferencia de peso.

Pero las controversias en los pesos no solo responden a ese tipo de ejemplos, hay otros que más que beneficiar, perjudican a uno de los dos oponentes. Es el caso de Nicholas Walters, que como tantos otros, perdió el título al no cumplir en la báscula con el limite previsto (126 libras).

Walters pudo llegar, con mucho esfuerzo a 127 libras tras las dos horas permitidas luego del primer intento. ¿Hasta qué punto es trascendente una libra de diferencia a la hora del peso si al día siguiente, ese peleador subirá al ring con más de quince libras por encima del peso pactado?. ¿Hasta qué punto se está respetando la salud del boxeador, si se le somete a ese tipo de exigencias?

La situación como está planteada hoy, transmite una falsa realidad de un deporte en el cual los guardianes de sus reglas, están permitiendo que existan luchas desiguales. Son muchos, demasiados, tal vez, los pugilistas que previo a batallas de campeonato utilizan más tiempo en prepararse para dar peso y no para mejorar su rendimiento físico y técnico durante la batalla.

Basta recordar el caso de Canelo Alvarez, que para enfrentar a Floyd Mayweather debió manejar su peso previo por debajo del tonelaje habitual, lo que consiguió en base a pura deshidratación con todos sus efectos negativos.

Las necesidades de subir o bajar de peso a las que son sometidos los atletas, crean las condiciones adecuadas para que sucedan tragedias, las que pese a no ser nuevas, parece que aún no sirven de escarmiento para que se tomen medidas apropiadas.

Todavía está fresca en la mente de todos, la muerte en México de Óscar El Fantasma González, que llegó a pelear con un sobrepeso de casi cinco kilogramos para el límite establecido en la división pluma y en pocas horas debió bajar esa diferencia, a través de una deshidratación conseguida con diuréticos y hasta laxantes. Los cuatro kilos que bajó, a la hora de la pelea se trasformaron en nueve kilogramos que afectaron su rendimiento y las condiciones físicas. Vulnerable a los golpes, González en esa pelea, segun el diagnostico medico sufrió "traumatismo cráneo encefálico severo, hematoma subdural agudo frontoparietal, lesión isquémica izquierda y daño axonal del tallo cerebral". Luego padeció una agonía de 36 horas antes de su muerte.

Los organismos que regulan el boxeo, las comisiones atléticas, las legislaturas, los gobiernos de los países donde se practica el boxeo, no son testigos invisibles de esta bomba de tiempo. Es necesario tomar conciencia de los peligros a los que son sometidos los atletas que no tienen la capacidad por si mismos de limitar los peligros a los que son sometidos. No se deben esperar más muertes para tomar consciencia es ahora, de lo contrario la falta de previsión deberá ser considerada un delito y cada muerte un homicidio. No lo olviden.

Es que los organismos deberían proteger y son los primeros que miran para arriba y no pasa nada hasta es mas el cmb contempla como algo legítimo el peso acordado mientras que ambas partes estén de acuerdo entonces que vamos esperar del resto de los que meten lamano en el bolsillo para realizar la función del circo que lo único importante para ellos es sacarle la inversión y las ganancias esperadas lo demás es colateral, saludos!